Como dicen por ahí, "es vivamente recomendable escalar esta bella pared, al menos una vez en la vida de todo escalador de vías largas". Yo ya había estado en ella en dos ocasiones, pero cuando Idoia y Mai me invitaron a ir, no pude resistirme a disfrutar de nuevo de este entorno magnífico.
Elegimos la estrategia tradicional: subir a vivaquear al Ibón de Cregüeña y escalar la vía al día siguiente. La subida hasta el Ibón se hace dura, pues al empinado y pedregoso camino que salva un desnivel de 1.200 metros, hay que unirle el calor y las habituales moscas de esta época del año. Tras unas cuatro horas de ir cargados como "mulas".
Nuestro esfuerzo se vio recompensado al encontrar libre el famoso vivac junto al Ibón.
Bañito rápido (muy muy rápido, porque el agua está helada…) y a holgazanear el resto de la tarde, hasta la hora de cenar.
A las 7 h del día siguiente empezamos la aproximación hasta la base de la Pared. Tras 1:30 h de saltar de bloque en bloque y subir por pedreras, llegamos al nevero. Para evitar hacer equilibrios por la nieve dura y trepar por la rimaya, nos colocamos los crampones que llevábamos los tres y sacamos el único piolet que habíamos subido.
Sin problemas llegamos a la plataforma en la que empieza la vía. Nos equipamos y dejamos allí el material que no íbamos a usar, pues pensábamos bajar rapelando.
Utilizamos la reseña de Luichy, que propone hacer los 330 metros de la vía en 7 largos. La información de la misma nos pareció, en general, correcta.
(Idoia en L1)
El 6a del primer largo pensamos que podría ser algo más
(L2)
Las longitudes de algunos largos son más de lo que marca el croquis.
(L3)
Granito compacto.
(Fisura desplomada del L6)
En el L6 nos equivocamos al irnos demasiado a la izquierda y montamos una reunión intermedia aprovechando un parabolt y un clavo; luego nos cruzamos a la derecha y acabamos el largo correctamente.
(Embarque en L6)
(Bloque donde se monta R6)
La R7 la montamos en dos parabolts con anillas, que están unos metros por encima de otro tinglado de rapel con varios cordinos.
El descenso en rapel lo hicimos aprovechando varias reuniones con parabolts de una vía que está próxima, alternado estas con otros tinglados de clavos y cordinos. Se nos enganchó la cuerda en dos rapeles, pero pudimos resolver la situación sin grandes problemas.
La bajada, primero hasta el vivac y después hasta el valle, se nos hicieron duras; pero la ilusión de haber escalado una vía magnífica, con un tiempo excelente y en inmejorable compañía, pudieron con todo. Los varios bañitos en el Ibón y en el río nos ayudaron bastante…
Estoy convencido de que volveré de nuevo a esta Pared mientras las rodillas aguanten. Merecen la pena las casi 6 horas de aproximación y las 4 horas de descenso, aunque solo escales unas 5 horas. Gracias chicas por vuestra invitación, por vuestra compañía y, sobre todo, por vuestra inestimable amistad.